Anquiloglosia o frenillo lingual corto en los bebés. ¿Qué es y cómo puede afectar a la lactancia?

Gracia Delgado, matrona de la FHGST, señala que, aunque la anquiloglosia puede afectar tanto a la mamá cómo al recién nacido durante la lactancia, no en todos los casos se presentan dificultades

Bebé con anquiloglosia mamando del pecho de su madre

Según señala Gracia Delgado, la anquiloglosia se define de manera literal como «lengua anclada». Cuando se está formando la cavidad oral de los bebés, lo ideal es que el frenillo quedara insertado dentro de la lengua. Sin embargo, en caso de anquiloglosia, el frenillo lingual queda fuera de ésta, haciendo que la lengua se mantenga en mayor o menor grado sujeta al suelo de la boca, lo que dificulta sus movimientos.

Para poder entender mejor su posición, las doctoras Elizabeth Coryllos y Catherine Watson Genna desarrollaron una clasificación global de la anquiloglosia. Según esta clasificación, podemos dividir los frenillos en 4 tipos.

Tipo 1: cuando la inserción del frenillo está en la punta de la lengua.
Tipo 2: cuando su inserción de produce un poquito más abajo que el primero.
Tipo 3: cuando se visualiza una parte de membrana en la cara posterior de la lengua, pero también hay un anclaje submucoso que no se ve a simple vista, pero sí se podría palpar.
Tipo 4: es el tipo de frenillo que apenas se ve porque está oculto bajo tejido mucoso. Impide mucho la movilidad de la lengua, que, de manera habitual, se hace de forma asimétrica.

¿Cómo afecta la anquiloglosia a la lactancia materna?

La anquiloglosia puede afectar tanto a la mamá cómo al recién nacido.

En el caso de las madres, el mayor inconveniente es el dolor a la hora de dar de mamar, debido a que la lengua del bebé no ejerce las presiones correctas sobre el pecho. Esto puede producir grietas, infecciones por un mal drenaje de los conductos e incluso mastitis. También hay casos en los que esta succión ineficaz puede afectar a la producción de la leche materna, tanto por defecto como por exceso.

En cuanto a los recién nacidos con anquiloglosia, en el corto plazo, nos podemos encontrar a bebés que, debido al mal agarre, no aumenten de peso, estén irritables y tengan molestias intestinales como gases, cólicos y regurgitación. A medio/largo plazo también podrían aparecer alteraciones en la estructura maxilofacial, ronquidos e incluso problemas logopédicos y maloclusión dental.

No obstante, sí me gustaría destacar que el hecho de haya un bebé con anquiloglosia, no supone que vaya a sufrir todas estas dificultades, ya que puede que no tenga ninguna.

¿Cómo se diagnostica la anquiloglosia?

La anquiloglosia, dependiendo el grado, se puede diagnosticar en el momento en el que nace el bebé, de manera visual y digital.

Por norma general, la mayoría de las veces son las madres las que acuden a nuestra consulta por dificultades en la lactancia. Para poder establecer un diagnóstico, lo que hacemos es comenzar a evaluar todos los aspectos que puedan influir en la lactancia. Se hace una visualización completa de las mamas y se valoran, entre otras cosas, el agarre y postura del recién nacido durante la toma, la duración e intervalo de las mismas, la movilidad y aspecto de la lengua del bebé (para ello nos podemos ayudar de la herramienta de hazelbaker), el estado general del recién nacido, la ganancia de peso, etc.

Además, hay otras características que nos pueden hacer sospechar que el bebé pueda tener el frenillo corto:

  • La mandíbula inferior es más corta que la superior, que es lo que se conoce como retrognatia. Aunque es fisiológica, en los niños con anquiloglosia la retrognatia suele ser más significativa.
  • Produce ruidos excesivos o chasquidos.
  • Presenta asimetrías en el movimiento de la lengua, callo de succión o paladar ojival.

En estas situaciones, y antes de tener que recurrir a la intervención quirúrgica del frenillo (frenotomía), lo primero que establecemos son posibles correcciones para ver si con ellas podemos conseguir mejoras significativas. Hay veces que según crece el bebé, al crecer también su boca, se solucionan los problemas de la lactancia. Sin embargo, si después de un buen asesoramiento y seguimiento persisten las dificultades, lo que hacemos es derivarles al cirujano pediátrico para que haga una nueva valoración y realice, en caso de que sea necesario, la frenotomía (generalmente se trata de una cirugía ambulatoria de corta duración).

Bebé mamando del pecho de su madre
Gracia Delgado Melgosa
Especialista en enfermería obstétrico-ginecológica